De militar a soldado de Cristo

De militar a soldado de Cristo

Fue educado de niño en la fe católica, pero
después de su primera comunión, perdió la fe por causa de los malos amigos.

Y dice: “Yo era un impío, un egoísta. De fe en el alma no me quedaba ni huella”

Se dedicó a la carrera militar, pero fue expulsado por su mal comportamiento a
los 22 años. A partir de ahí, llevó una vida de diversión y de placer que no le daba paz a
su alma.

Una mañana de octubre de 1886, estando en París, fue a la iglesia de san
Agustín y le pidió al Padre Huvelin que le ayudara a encontrar la paz.

El Padre Huvelin le dijo que se arrodillara y se confesara. Después de una larga conversación, aceptó
confesarse y así comenzó para él una nueva vida, buscando a Dios con desesperación.
Quiso entrar de trapense en la abadía de Nuestra Señora des Neiges y después en
la trapa de Akbes en Siria. Pero se dirigió a Palestina, donde estuvo un tiempo viviendo
en Nazaret y Jerusalén, siendo empleado de las religiosas clarisas.

Después volvió a Francia para prepararse al sacerdocio, que recibió el 9 de junio de 1901, a los 42 años.
Decía: En cuanto creí que existía Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa
que vivir para Él. Ordenado sacerdote, se fue a vivir entre las tropas francesas del
Sahara, primero en Beni-Abbes. Allí rescató esclavos y atendió a los enfermos,
ayudando todo lo posible a los naturales, además de ser capellán de los soldados. Lo
llamaban el hermano universal, porque era sacerdote y hermano para todos.

Después se fue a vivir entre los tuáregs de Tamanrasset, tratando de acercarlos a
Dios, respetando sus costumbres. A ellos también les ayudaba con sus conocimientos
médicos, curando enfermos. Y el tiempo libre lo dedicaba a estar a solas en oración ante
Jesús Eucaristía.

Decía: ¡Qué delicia tan grande, Señor, poder pasar quince horas sin
nada más que hacer que mirarte y decirte: Te amo!

Allí lo asesinaron el 1 de diciembre de 1916. Cuando lo encontraron muerto, la custodia, con la hostia consagrada, estaba tirada en la arena a su lado.
Actualmente, hay discípulos y seguidores de Charles de Foucauld en varios
países del mundo y, concretamente, en el oasis de Beni-Abbes. Son los hermanitos y
hermanitas de Foucauld.

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