La oración a la luz de la fe y del encuentro diario de cada persona con Dios no podemos definirla, aunque el termino orar según la Real Academia Española, la define como una forma de dirigirse mentalmente a una divinidad, pero ¿qué debe ser la oración para el cristiano? 

La oración es un diálogo, es una forma de hablar con Dios, es un encuentro personal con nuestro Padre Celestial. Para Santa Teresa del Niño Jesús, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacía el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría (Cfr. Catecismo 2558).

Para tener un mejor diálogo con Dios, es necesario tomar en cuenta dos aspectos: uno de ellos es lo que me impulsa a orar y el otro el aprender a orar. Cuando nos referimos al impulso, estamos haciendo alusión que en nuestra vida diaria necesitamos a Dios, así como también agradecerle por los eventos de nuestra vida, por ejemplo, en momentos de alegría, en momentos de dolor, en momentos de incertidumbres, entre otros. Para ello, cada uno de nosotros debe aprender a orar, porque muchas veces deseamos que Dios cumpla nuestra voluntad y no la de Él. 

¿Cómo aprender a dialogar con Dios? 

El primer paso para orar es reconocer mi humildad y sencillez ante el amor inmenso que Dios nos da, así como de su infinita misericordia. Un ejemplo de lo anterior, lo encontramos en Moisés. En Éxodo 3, 1-14, encontramos el pasaje de la zarza ardiendo, mediante el cual Moisés se entrega a la voluntad de Dios, se humilla y obedece. Moisés, era un hombre muy humilde. No había nadie más humilde que él en la faz de la tierra (Nm 12, 3). 

El segundo paso nos lo enseña Jesús. Él es el modelo de la oración, el que nos enseña a orar y también nos escucha en nuestras oraciones. Jesús nos invita a orar mediante la conversión. La conversión está relacionada directamente con mi actuar, cómo estoy con mis hermanos miembros de la iglesia, con mi familia, en el trabajo. Jesús nos invita a perdonar al que hace daño, buscar la pureza de nuestro corazón, acrecentar nuestra fe, debemos disponer nuestro corazón para hacer la voluntad del Padre (Mt 7, 21).  

Existen diversas formas de dialogar con Dios, por medio de los Salmos, de oraciones de petición, de agradecimiento, oraciones con meditaciones, entre otras; pero indistintamente la forma de realizarla es esencial tener ese corazón dispuesto a recibir la voluntad de Dios. No debe faltar la petición de perdón, con ella recordamos que somos hijos de Dios pecadores, seres humanos con fallas y errores, pero que Dios en su manifestación de la Santísima Trinidad, nos tiene los brazos abiertos a recibirnos en cualquier momento. 

Una de las formas de dialogar con Dios, es mediante la palabra de Dios, la lectura asidua de las Sagradas Escrituras, una lectura de aquellos pasajes bíblicos que nos dejan reflexión sobre nuestra vida. Asistir a la Santa Misa. Las oraciones por medio de la práctica de las virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad). La realización de la Lectio Divina, rezar el Santo Rosario. Este último recordemos que nuestra Virgen María siempre está en colaboración con Jesús intercediendo en nuestras oraciones, llevando cada una de nuestras plegarias con todo el fervor y entrega, por lo que, siempre debe estar presente en nuestras oraciones.  

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